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Monday, September 10, 2007

Más agua y menos molino

El nacional de Magic ya pasó (3ero y medio) y ya aprobé la certificación CISCO (800 y pico de puntos), lo cual me deja con doble satisfacción de deber cumplido y en la fastidiosa llanura del que tiene que buscar nuevos retos antes de empezar a desquitarse consigo mismo o con el primer mediocre mal estacionado que se cruce en su camino.

La verdad mi ánimo está algo turbio, no podría decir que estoy depre, y de hecho atravieso por ocasionales arranques de legítima felicidad. El problema pude ser ese, curiosamente. Watzlawick afirmaba que no hay peor tragedia para un ser humano que una semana de felicidad pura. Ese señor es iluminado, créanme.

Pero bueno, si tengo una lista de quejas que trasciende la simple contabilidad de la imparable sucesión de cretinos que se cagan en las leyes y el derecho ajeno -algunos de los cuales, por cosas del destino, han decidido apelar a las urnas para reconstruir (redestruir?) la constitución Ecuatoriana.

En mi caso, siempre me ha fastidiado el manejo moderno de la sexualidad como inyección de marketing y medidor de éxito. Eso más, aparejándole un concepto de estética que además de estrecho, injusto y abusivo es ocasionalmente dañino para la salud y frecuentemente tóxico para el alma. (Canción de la semana: Toxic, versión Local H).

La percepción clásica de la publicidad sexual es que alcanzaremos el ansiado estado de éxtasis junto a la ninfa de nuestras fantasías si consumimos el producto X. Recuerdo alguna vez haber leído una novela (de Dean Koontz, si no mal recuerdo) en la cual se exponía una mejor tesis: que a nivel inconsciente el producto X no ofrecía el camino a nuestras fantasías, sino todo lo contrario, un sustituto. Según esa tesis, el mensaje era más bien "nuestro producto es tan bueno que ya ni siquiera necesitarás experimentar éxtasis ni ninfa alguna". La verdad no se que mensaje es más espantoso: en el primer caso nos convertimos en autómatas consumistas que siguen y siguen acumulando marcas a cuestas, siempre insatisfechos y siempre ansiosos por el siguiente producto mágico. En el segundo, nos convertimos en perros de Pavlov que compran un par de zapatos, una cajetilla o un auto cada vez que nos excitamos por el último cuerpo bulímico y sudoroso de la TV. Me imagino que al menos en el segundo caso hay un poco más de satisfacción que en el primero, pero en resumen ambos escenarios parecen reducirse a infierno y purgatorio, cuando mucho.

Los escapes se convierten en una necesidad de supervivencia diaria. Algunos se han hecho inmunes, otros han creado sus pequeños paraísos personales donde con un parpadeo pueden retirarse y hacerse inalcanzables para los jingles y los ojos lascivos. Una amiga me dijo recientemente que nuestro antiguo grupo había adoptado, adrede o por azar, esa frase que Thom Yorke pusiera en una de sus canciones: "I am not here, this is not happening".

Yo no podía escapar de los escapes, yo siempre supe que una relación de pareja trae responsabilidades, pruebas, placeres y alivios. Y uno de esos alivios sería -y es- saber que podría hablar con ella para dejar salir algo del fastidio y de la neurosis inyectada por los medios y las pancartas. En los peores casos puedo recordarla, llamarla o incluso mandar todo al diablo e ir corriendo a su regazo, dependiendo de la gravedad del asunto.

La música también sirve y sirve mucho, la generación grunge se hizo especialista en sacar esos mismos fantasmas en sus letras, y aunque algunos podían usar la metáfora o el abstracto, realmente prefería a los que sacaban los cadáveres en su forma más auténtica; hediendo pus y gusanos por cada poro. Me he visto regresando ocasionalmente a esos nichos líricos: de nuevo viajando por la estomacal amargura de Nirvana, el doloroso exorcismo de Soundgarden, la escalofriante ternura de Alice in Chains y cada tortuoso sentimiento de esa generación tan mía, hasta terminar acunado de nuevo por la socarrona tristeza de Thom Yorke y su combo pachanguero, Radiohead. Este sentimiento que trato de expresar en torpes párrafos los Radiohead lo entregan, empacado y listo para servir, en esa maravilla de canción llamada We Suck Young Blood....

....Realmente el nombre debería decirlo todo, como cientos de máquinas conectadas umbilicalmente a sus mismos propulsores drenan su dinero y su juventud hasta que sean indiscutiblemente ancianos, sin importar cuantas cirugías utilicen o drogas consuman. Y la máquina en su enigmática justicia otorga a sus creadores-combustible-víctima el pago por sus servicios y el objetivo de sus requiebros: con la elegancia de un milpiés le entregan un plan de retiro y un nicho aséptico para que los restos de un cuerpo que nunca pudo satisfacer las quimeras que él mismo y sus colegas crearon.

Lo malo de haber desarrollado empatía es el poder darse cuenta de que hay otros que no están blindados, que no han conseguido escapismos ni han podido apuñalar a la Legión ni nada. Que ahí donde yo sufro un espasmo, otro sufre una amputación, que ahí donde yo siento una presión en el pecho, otro sufre de un infarto, que en el momento en el cual reacciono con un sarcasmo ingenioso y rompo el encantamiento de ese brujo infeliz, otro hunde cuchillos en sus muñecas. Si alguno me encuentra y puedo ayudarlo, que me lo haga saber, algunos de los que rescaté ya están a flote.

Recomiendo por lo pronto un aislamiento de los medios. Hace poco veía la televisión pasada las 10:30 PM, donde podía ver algunas cosas agradables, o al menos lo suficientemente banales para que no me importe. Ahora gracias a las campañas políticas eso es prácticamente imposible y para rematar, los programas buenos empiezan a desaparecer. Ahora los medios están enfocados a una generación de belleza a toda costa, existencias en ráfagas y sueños que, como sus canciones, se están fabricando en serie y con eficiencia mortal. Y esa generación ya está generando refugiados. Que el ser humano nunca olvide que detrás de cada conejito blanco hay al menos una jauría de lobos, babosos y sanguinolentos, que despertarán de su hibernación y se tomarán el mundo a dentelladas y aullidos.

Sugiero entonces que los que sean como yo, aunque esten felices también, hagan arqueología de sus recuerdos, que redescubran esos antiguos refugios y rituales que los mantenían protegidos cuando las tormentas arreciaban y los lobos vagaban libres por las estepas. Que practiquen los ritos y re-aprendan las líneas crípticas que permitian al mismo tiempo llamar al diablo por su nombre y sellar nuestros propios temores. Porque las nevadas y los lobos volverán y algunos podremos romper el aislamiento al que a veces nos someten los soles veraniegos y el polvo de hada que ahora nos rodea. No es malo tener un ego, es como cualquier otra arma, no dejen que nadie se las quite, no dejen nunca de afilarla, no olviden nunca como usarla y nunca dejen que se haga tan pesada que sus brazos no la puedan mover con agilidad, incluso para enfundarla. Su felicidad consiste en disfrutar de ustedes mismo de forma que nadie les ha enseñado y reírse de los vacíos placeres ajenos, lo cual los llevará a reírse de su ineptitud, tarde o temprano.

Y si no los intriga, déjenlo de lado, que es inútil.

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Cosas sueltas:

Después de una segunda revisión, he descubierto la frase, que para mí, define al Leónidas de los 300 de Frank Miller como todo un hombre. Seguramente otros recordarán otras frases de esta película, pero si hay una que marcará en mi mente a ese Leónidas como un arquetipo de masculinidad, es la siguiente:

"Se necesitan más que las palabras de una adolescente ebria para que yo pierda mi deseo por tí"
-Leónidas, a su mujer.

ESO señores, eso es un hombre.

Y algo más....

Hace algún tiempo yo puse una guía de anticoncepción en mi blog, en su breve fase de MSN MySpace. Al calor de los hechos presentes parece que sirvió para maldita sea la cosa. Al menos me sirvió a mí para investigar algunas cosas. Este blog al menos me sirve a mí. La mayoría del arte pasará a la historia como expresivo y completamente inútil. Ya mi blog comparte algo con el arte. Creo que es mi culpa por poner a consideración pública algo que, como la constitución, es de dominio público, pero igual, a todos les importa un rábano.

Cuidense mi gente, yo se que no es tan fácil, pero ustedes saben que no es tan dificil.

Y apaguen la puta tele.